RELOG DE ARENA
Mi vida siempre fue como un reloj de arena. Un maldito y desgastado reloj de arena. Ciclos, etapas, marcadas por el lento y suave discurrir de ese polvo, siempre hacia abajo. Siempre hacia abajo. Así hasta vaciarme, hasta terminar un período más y entonces esperar, que algo o alguien de vuelta al reloj, sacuda tu vida, para que todo vuelva a empezar.
Llega un momento en que los intervalos detenidos son incluso mayores que en los que la vida discurre. El vacío. Es entonces cuando empiezas a sentir que tal vez en esta ocasión no haya nada que precipite un nuevo ciclo, tal vez ya no hay nadie que destruya la detención de tu tiempo. Es entonces cuando empiezas a pudrirte. Casi sin darte cuenta, hasta que ya el proceso es irreversible
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