LLAVES
Hay llaves que nunca han sido usadas ni lo serán. Las llaves que llevan a algún sitio secreto, probablemente no físico y permanecen durante siglos esperando simplemente ser, sin que ser implique abrir, sin que abrir conduzca a morir. Ese sitio miente, te llama sin existir, existe sin pensar en algo más que escapar del mundo donde nunca fue creado. Y miras la llave sabiendo que no existe cerradura posible que sacie tu curiosidad, pero la guardas como si te fuera la vida en ello. Miras la llave y sientes que no hay nadie en el mundo que pueda arrebatarte tus sueños, lo que un día pensaste que existiría tras aquella puerta misteriosa.
Hay llaves que conducen a varias puertas nunca antes abiertas. Una puerta te conduce a otras diez. Y cada una de ellas te conduce a otras diez. Y sientes que la vida te hace elegir. Sientes que cruzar una puerta implica no poder volver atrás. Que si elegiste mal no podrás rectificar a no ser que vuelvas al principio, a comenzar, a volver a vivir, a volver a nacer y quién sabe si a morir. Cruzas con cuidado cada puerta, con la llave adecuada. Antes de dar cada paso debes estar convencido de que lo que encontrarás tras la puerta es lo que quieres encontrar, de que podrás seguir tu camino tras ella, sin tener que arrepentirte. Cruzas las puertas, nunca con la misma llave. Vives la vida, nunca con la misma sonrisa. Y te das cuenta de que has elegido bien, cuando al cruzar esa puerta miras tu mano y la llave ha desaparecido. Nunca necesitarás esa llave de nuevo, estás en el camino correcto. Hay llaves que desaparecen.
Hay llaves doradas que abren puertas plateadas. Incluso llaves de papel que abren puertas de plástico. Hay puertas que se abren sin llave y llaves que abren mil puertas. Hay llaves con formas de manos, manos que sujetan llaves, llaves que caen al suelo y nunca nadie recoge. Hay llaves que nunca tendré, llaves que han desaparecido. Llaves que desaparecerán. Toda mi vida, habrá llaves que desaparezcan.
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