3.04.2007

Pais de Sal

Soy extraño y en mi extrañeza sigo unos pasos que yo mismo no supe inventar. Vivo en mi país de sal, donde mirar mal está mal visto. Sólo pensamos de labios para fuera. Sólo actuamos con el corazón. Cuando el cielo está gris en el horizonte, quemamos los paraguas, sólo de esa forma las gotas venideras tendrán algo para apagar.
Hubo un tiempo donde vivíamos sin sol. No lo necesitábamos porque no mirábamos hacia arriba. Soy extraño y en mi extrañeza nunca he necesitado mirar hacia arriba. Porque dentro lo tengo todo y los pies los tengo casi en el suelo. La luna, al contrario que el sol, nunca dejó de salir. O al menos eso decían. La luz, aunque tenue, era la noche. Los pájaros no sabían cuándo cantar.
Un día, sin saber por qué, nos dijeron que había salido el sol. No miramos arriba para comprobarlo, siempre confiamos. Las caras a nuestro alrededor eran más nítidas, la hierba era más verde y la gente más feliz. Nunca supe bien por qué, pero el sol nos hizo bien.